CIUDAD JUAREZ, CHIH. –
Sentado en una banca del renovado gimnasio Manuel Auza Prieto se divisa la figura encorvada de José Ángel Nápoles, apodado el “Mantequilla” Nápoles. A su lado, su hijo José Iván, quien lo condujo a los entrenamientos que realiza con frecuencia con jóvenes de ambos lados de la franja fronteriza.
Un hombre que hoy sufre los estragos de la fama comparte su gusto por el pugilismo, además de recordar anécdotas y experiencias que lo han posicionado como uno de los mejores peladores de peso welter de la historia del boxeo.
“Mi vida es boxística”, expone jactancioso. “De mi casa me voy al gimnasio, regreso y de ahí me voy con mi señora a comer y, a veces, mas tarde otra vez al gimnasio”.
Relata su día a día con sus pupilos, a quienes trata de transmitir sus conocimientos.
“Quizá ese es el mejor legado que puede yo dejarles. Enseño a chiquillos, chiquillas, de todo tengo en el gimnasio, las muchachas son buenas para tirar trancazos”, menciona el ex boxeador, aunque reconoce que es difícil encontrar alumnos constantes.
“De momento los miras, algunos muy buenos, pero luego se van y no regresan”.
Cuenta que llegó a tener varios grupos de jóvenes que entrenaban en distintos horarios.
“A veces venían siete o cinco, lo más que he llegado a tener son 11; una vez no vino nadie, ni en la mañana, ni a mediodía, ni en la tarde. Pues es que es mucha disciplina y la friega de ir todo los días, pues no van, además fallan por que para este no se paga”.
Oriundo de Santiago, Cuba, Mantequilla Nápoles llegó a Juárez en 1993 “para ya nunca volver”, y su motivo contundente: “porque aquí conocí a mi reina; a la mamá de él” relata mientras observa a José Iván.
“La gente de aquí es Chévere, no me quejo de nada, mi señora es de Juárez”, apunta el deportista que vive felizmente casado con Bertha Navarro.
Rememora: “Cuando llegué todo mundo me hablaba, me aplaudía, que Mantequilla, que esto, que lo otro. Una vez vinieron unos argentinos y se me acercaron, entrenaba con ellos y les daba duro, decían: ‘ese negro está duro, tira golpes por gusto’. Después me trajeron peleadores de afuera y a todos les gané”, dice orgulloso.
Hoy, José Ángel Nápoles insiste en que se siente pleno. Indica que sigue siendo muy feliz y que jamás se ha sentido decepcionado de algo.
“Yo siempre he vivido mi vida chévere, ¿por qué?, porque tenía mi enamorada, mi esposa”, quien asegura, fue la única persona que lo domó, “y hasta la fecha”, agrega y ríe.
En relación a su afición a este deporte y cómo encontró su vocación, detalla que en la escuela se peleaba con todos los muchachos. Un día, un maestro de box visitó al director para preguntarle si había alguien interesado en aprender.
“Me acuerdo que el director le contestó: el único que parece boxeador aquí es Mantequilla; ya después me fui con él; me trajo a un joven para probarme y le rompí su madre (dice riéndose) y ya me quedé a entrenar con él”.
El apodo de Mantequilla proviene desde esos tiempos, arguye.
“Eso fue allá en mi pueblo, en Santiago, Cuba. Los muchachos me decían ‘Manteca’ o ‘Mantequilla’, y así se me quedó hasta la fecha”.
En otras ocasiones, el ex campeón llegó a declarar que su sobrenombre era debido a que era muy escurridizo con las mujeres.
José Ángel Nápoles salió de su natal Cuba cuando Fidel Castro llegó al poder y prohibió el boxeo profesional, en 1961, cuando tenía 21 años de edad. Y llegó a México con ocho peleas disputadas a nivel profesional.
El ex boxeador relata que en aquella época este deporte era muy diferente al que se realiza ahora. “Antes había muchos peleadores muy buenos y famosos como Ultiminio Ramos, Manolo Mora, ‘Baby’ Luis, o peleadores como José Mena. Yo me enfrentaba y entrenaba con ellos”.
La fama que alcanzó el cubano se la ganó a pulso, asegura. “Y muy feliz, porque igual lo hice en México, como en Nueva York y en Venezuela. Yo me enfrenté con el mejor peleador venezolano y le gane ahí en su país”.
Cuando habla del boxeo no para de decir que “es algo maravilloso”, ya que toda la afición del mundo lo conoce y donde quiera que lo ven lo saludan. En todos lados me gritan: ‘Mantequilla, Mantequilla’. Algunos me dicen: ‘¿lo que se le unta al pan qué es?, pues Mantequilla’, gritan otros”, describe alegre, con su particular acento.
“La verdad se siente muy bonito que donde quiera que uno ande la gente lo reconozca”, secunda su hijo José Iván. “Aunque ahora eso ya ha cambiado un poco, por su físico, ya que adelgazó mucho”.
Sus hijos han intentado seguirle sus pasos, aunque no con el mismo empeño que su progenitor “pues a él le gusta, pero no se dedica a eso y tengo otro que duró ocho años y ahora es policía municipal, es bueno para tirar trancazos”, refiere Mantequilla Nápoles.
A lo que José Iván añade: “pues si, a mi también me gusta el box, pero cuando estaba más chavalillo, pero anda uno mejor en la calle y pos’ me gustaba más andar de vago”.
En tanto que su vástago nos comentaba su efímero paso por los cuadriláteros, José Nápoles liberaba de una vieja mochila un cinturón que lo avala como campeón de peso welter. ¿Este de cuando es?, se le pregunta. “De abril 27 ”, contesta. Y su hijo termina la respuesta: “de 1969”.
El ex campeón de boxeo destaca que fue su primer cinturón de campeón. “Ganado a Curtis Cokes” un ex boxeador norteamericano al cual derrotó en dos ocasiones, “El americano aquel que le pegaba a todos me pidió la revancha, porque le quité el cinturón, entonces le volví a dar duro”.
Refiere que ese cinturón esta lleno de historia. Afirma que luego de 20 triunfos en fila, en 1969 tuvo la oportunidad de ir por el título mundial welter que poseía el norteamericano Curtis Cokes. Nápoles ganó por nocaut en el décimo tercer asalto y celebró con un sombrero de charro, lo cual lo convirtió en su sello personal.
Realizó tres defensas exitosas de su cetro, incluida la revancha al norteamericano, luego caería ante Billy Backus, pero recuperaría el cinturón en una revancha en 1971.
En 1974, gracias a su gran popularidad, obtuvo una pelea –de gran taquilla – ante el argentino Carlos Monzón, entonces campeón de peso mediano. Para ello, Nápoles tuvo que subir nueve libras para competirle.
“Era de mucho peso, pero había mucho billete ahí, me metió el guante en los ojos y no me dejaba ver, pero le di duro”. Tal pelea se efectuó en Francia el 9 de febrero de 1974. Uno de los organizadores del combate fue el actor Alain Delon.
Finalmente, Mantequilla fue derrotado en seis episodios, incluso, aquel combate sirvió de inspiración al cuento del escritor Julio Cortazar, denominado “La Noche del Mantequilla”.
La fama también lo llevó a la pantalla grande, al participar en 1974 en la película “La venganza de la Llorona” junto al Santo “El Enmascarado de Plata”.
“Me reclamaban los extras que por qué yo les esquivaba los golpes y les tiraba duro. Recuerdo que el Santo me decía: ‘no Mantequilla, no les pegues tan duro’. Y tenía razón, ellos me pegaban suave y yo les daba duro. Me llevé bien con el Santo; él bromeaba con los actores y les decía: ‘¿Qué les hace Mantequilla?’ –ríe – y ellos le contestaban: ‘pues nos pega de verdad’”.
Luego del combate ante Monzón, Mantequilla Nápoles volvió a ser peso welter; realizó 12 defensas más hasta perder con el inglés John H. Stracey, en 1975, en la Ciudad de México, por lo que decidió retirarse.
En la actualidad, el ex boxeador cubano pasa sus días en los gimnasios locales.
Aunque “millonario en popularidad”, sufre algunas carencias económicas ante el poco apoyo que merece un campeón de su categoría.
El paso de los años ha ido desgastando al gran ídolo. En relación a su salud, ya no es la mas óptima para quien desea seguir aportando al boxeo.
“Mantequilla fue en dos ocasiones a pedir ayuda al municipio. A través de la Dirección General del Deporte se le comenzó a dar un apoyo; una beca mensual, pero eso apenas es de hace dos meses”, comparte Germán Rivera, amigo de Mantequilla y quien trabaja en el gimnasio Manuel Auza Prieto.
“Estamos esperando el mes, esta muy largo el mes”, se lamenta José Nápoles.
En tanto, José Iván desmiente que el Consejo Mundial de Boxeo aporte con algo al ex pugilista, como se ha dicho en algunos medios de comunicación. Sin embargo, afirma que la fundación Telmex, sí ayuda a su padre, aunque no ahondaen detalles.Esta leyenda del Boxeo tiene un récord de 79 peleas ganadas por nocaut; 55 por decisión y 7 derrotas, aunque si nos remontamos a su época amateur, “Mantequilla” Nápoles participó en cerca de 500 peleas en los encordados.
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