[2019 / CIUDAD JUÁREZ, Chihuahua, México / UACJ]
La Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) cuenta con una bioimpresora, con la que alumnos buscarán desarrollar biomateriales para la regeneración de tejido cardiaco y cartílago artificial, un proyecto a cargo del Dr. Carlos Alberto Martínez, investigador del IIT.
CIUDAD JUÁREZ, CHIH. –
El Dr. Carlos Alberto Martínez Pérez, profesor investigador del Instituto de Ingeniería y Tecnología (IIT), informó que la biompresora fue adquirida en mayo pasado para un proyecto en el que participan dos alumnos de la Licenciatura en Ingeniería Biomédica y tres de la Maestría en Ciencias Materiales, que consiste en desarrollar biomateriales para regenerar tejido cardiaco y cartílago artificial.
La impresora 3D de bioingeniería de tejidos BIO X, de la empresa CELLINK, cuyo costo rebasa los 33 mil dólares, fue instalada en el laboratorio 206, en el edificio Y5, del IIT.
La intención de obtener el equipo fue para regenerar tejido cardiaco y cartílago artificial en un término de tres años, en tanto, el proceso se encuentra en su primera fase, que es la búsqueda de hidrogeles biocompatibles (alguinato, gelatina o polietileno) para la generación de biotintas.
Estas biotintas tienen que contener las propiedades reológicas, mecánicas y fisicoquímicas para sostener lo que se imprima. En ellas, además, se pueden incluir células o factores de crecimiento.
De la oficina del investigador del IIT nos desplazamos al laboratorio 206, donde nos atiende Ricardo Mayoral, alumno de la Maestría en Ciencias de los Materiales. En su mesa de trabajo se aprecian dos pequeñas ratas de laboratorio.
¿Qué están haciendo con ellas?, se le inquiere al estudiante. “Ahorita las ratitas están en apareamiento. Posteriormente, cuando la ratoncita esté preñada, en un tiempo de gestación de 15 días vamos a extraer los fetos para utilizar sus células embrionarias para diferenciarlas a fibroblastos”, responde.
Menciona que estos fibroblastos van a ser unidos al material que están trabajando (gelatina y alguinato de sodio o gelatina y dióxido de silicio) para formar las biotintas.
Acto seguido, se realizarán pruebas de citocompatibilidad, como la MTT, a fin de estudiar la viabilidad celular.
Obtenidas las biotintas, se diseña el objetivo a imprimir a través de AutoCAD o SolidWorks, se graba en un USB y se pasa directamente a la bioimpresora, afirma el Dr. Carlos Alberto Martínez Pérez.
En abril de 2019, Científicos israelíes crearon un corazón vivo que palpita utilizando tejido humano y una impresora 3D. Las investigaciones se realizaron en la Universidad de Tel Aviv, donde califican este avance como una nueva vía hacia los trasplantes del futuro.
“Esa es la tendencia mundial”, refiere el investigador de la UACJ.
“Poder imprimir tejidos; huesos, piel u órganos artificiales; un hígado, un riñón, un corazón”.
Agrega que la bioimpresión nace con la esperanza de sustituir órganos del cuerpo que por alguna enfermedad o el paso de los años dejaron de funcionar. “Un verdadero reto”.
En el caso del corazón lo más difícil es hacer funcionar los vasos sanguíneos.
“A veces se imprime un objeto muy similar al de un corazón, pero faltan los vasos sanguíneos por donde vayan todos los nutrientes, la sangre, etcétera. Eso es lo que ha detenido llegar a algo funcional”.
Para este tipo de investigaciones, dice, se requiere de un trabajo multidisciplinario, en el que participen ingenieros, ingenieros biomédicos, químicos, médicos y biólogos de diferentes ramas.
La bioimpresora BIO X de CELLINK, fue adquirida con recursos del proyecto de investigación “Diseño y fabricación de biomateriales para aplicaciones cardiovasculares”, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la Secretaría de Educación Pública y es administrado por la Coordinación General de Investigación y Posgrado, de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Los gastos que conlleven la búsqueda de biotintas, así como la regeneración de tejido cardiaco y cartílago forman parte de este subsidio.
Otra de estas bioimpresoras tuvo como destino el Instituto Tecnológico de Monterrey campus Estado de México, por lo que un investigador de aquella institución contactó al Dr. Carlos Alberto Martínez Pérez para en un futuro desarrollar un trabajo colaborativo.