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Sueños truncados por la violencia: el caso de Brenda Berenice Delgado

ARCHIVO PERIODÍSTICO | En Febrero de 2010, entrevistamos a Juana Rodríguez, madre de una niña de seis años, víctima de feminicidio en Ciudad Juárez.

CIUDAD JUÁREZ, CHIH., MX., ENERO, 2025 (servisible.mx). –

A pesar de su corta edad, Brenda Berenice Delgado ya soñaba con un futuro diferente. Una tarde, confesó a su madre que quería ser grande para trabajar mucho y poder llenar de regalos a ella y a su hermano Iván. Pero el destino le tenía preparada una tragedia.

El 19 de febrero de 2003, Brenda Berenice, de apenas seis años, fue encontrada sin vida en los patios de Ferromex, a la altura de la calle Sanders. La necropsia reveló que había sido víctima de agresión sexual y violencia extrema, además de presentar heridas de arma blanca en el pecho, cerca del corazón. La niña había desaparecido nueve días antes, cuando fue enviada por su madre a comprar un refresco en una tienda de abarrotes en la colonia Obrera.

Hoy, su madre, Juana Rodríguez, lucha por superar el brutal asesinato mientras revive las palabras de su hija y los recuerdos que la ahogan.

“Quería estudiar, ser alguien en la vida. Desde pequeña resentía los golpes de la pobreza: el hambre, las humillaciones. Ella no merecía morir así, de una manera tan atroz”, expresa entre lágrimas.

Acusaciones infundadas y tortura

Tras el hallazgo del cuerpo, la familia se vio atrapada en una pesadilla jurídica. Juana Rodríguez, hoy de 33 años, narra que fue acusada por la entonces titular de la Fiscalía Especial para la Investigación de Crímenes contra Mujeres, Ángela Talavera Lozoya, de haber participado en el feminicidio junto con su esposo, padrastro de Brenda Berenice.

“Dijeron que yo la golpeé y que mi esposo la violó. Todo lo inventaron para cerrar el caso rápido y no buscar a los verdaderos culpables”, denuncia Juana. Asegura que su esposo fue detenido y torturado toda una noche para que se declarara culpable. Aunque las pruebas realizadas tanto a la víctima como al padrastro resultaron negativas, las autoridades continuaron con las acusaciones.

“Lo golpearon muchas veces. Le daban cachetadas y lo lastimaban en sus partes íntimas para que confesara algo que no hizo”, añade Rodríguez. Además, relata que ella y sus hijos (16, 8, 7 y 5) también fueron víctimas de arbitrariedades. Los agentes judiciales irrumpían en su hogar a cualquier hora, incluso cuando los niños estaban presentes.

La afectación psicológica

El impacto del crimen también marcó profundamente a Iván (16), hermano mayor de Brenda. “Me obligaban a decir que mi papá era culpable. Una vez hasta me dieron 20 pesos para que mintiera”, confiesa el joven, quien entonces tenía nueve años.

Juana recuerda cómo el interrogatorio a su hijo estuvo lleno de preguntas humillantes e insensibles: “Le preguntaban si su padrastro lo tocaba a él o a sus hermanos. Fue algo muy cruel”.

Desesperada, Juana intentó suicidarse tras la muerte de su hija. “Quise cortarme la yugular. No pensaba en mis otros hijos, solo en la pérdida de mi niña”, admite.

Una lucha contra el olvido

Con el apoyo del Centro para el Desarrollo de la Mujer A.C. (Cedemac), Juana e Iván recibieron terapia para enfrentar su dolor. Además, el Instituto Chihuahuense de la Mujer les otorgó subsidios económicos y apoyo psicológico a través del Programa de Atención a Familiares de Víctimas de Homicidio (PAFV).

“Sé que la pérdida de un ser querido es irreparable, pero este programa ayuda a resarcir el daño hasta cierto punto”, explica Zulay Abbud, coordinadora del Ichmujer en Ciudad Juárez.

Sin embargo, Juana denuncia que el estigma social persiste. “La gente no comprende y se burla. Dicen que las madres de víctimas de feminicidio solo buscamos sacar provecho de nuestras desgracias. Pero yo nunca he buscado un beneficio. Lo único que quiero es justicia”, subraya mientras señala su humilde vivienda.

Una deuda de justicia

Según datos de la Subprocuraduría de Justicia Zona Norte, en 2009 se registraron 163 feminicidios en Chihuahua, de los cuales 22 víctimas eran menores de edad. Juana lamenta que, a pesar de las cifras, la justicia sigue siendo un espejismo para muchas familias.

“Ya no creo en las autoridades ni en la ley. Solo espero que algún día agarren al culpable de mi hija. Mientras tanto, vivimos con lo poco que nos da el Ichmujer, pero eso no nos va a devolver a Brenda”, concluye.

Con el corazón desgarrado y la vida marcada por la tragedia, Juana Rodríguez aprovecha para enviar un mensaje a las autoridades: “Que busquen a los verdaderos responsables. No más simulaciones. Mi hija merece justicia”.

Esta nota se escribió originalmente para la revista NET, Información Total, edición #29, correspondiente a febrero de 2010. Texto original de Gustavo Cabullo Madrid. Edición: Linda Mendoza y Fotografía: Josué Cervantes.
Reedición: Gustavo Cabullo Madrid, enero de 2025.